Instituto Ecuatoriano de Economía Política

Competitividad: ¿Macri leyó a Ayn Rand?

06/11/2017
Martín Simonetta

En los últimos días el gobierno de Mauricio Macri ha anunciado una serie de medidas tributarias y laborales –que aún deben ser aprobadas por el Congreso– que pretenden generar reformas fundamentales para que la Argentina pueda insertarse competitivamente en la economía mundial.

La mayor competitividad es un paso necesario para iniciar un camino de crecimiento sostenido y profundo. El nuevo perfil del Congreso, tras las elecciones parlamentarias, hace posible transformar aquellas ideas del gobierno en realidades. En sus primeros dos años el gobierno no pudo implementar estas medidas orientadas a ganar competitividad, como consecuencia de la falta del capital político necesario. Las medidas económicas profundas tuvieron que ver con los primeros meses de gestión: salida del default con holdouts, liberación del tipo de cambio, eliminación de retenciones para la mayor parte de las exportaciones (y reducción para la soja). Pero luego la reforma se detuvo y la victoria electoral se construyó a partir de argumentos en favor de la transparencia, la calidad institucional y una tímida reactivación de la economía.

En diversas ocasiones, el actual presidente ha manifestado su interés por las obras de Ayn Rand, entre ellas “El manantial” y “La rebelión de Atlas”. Esta última obra relata la forma en que la porción más productiva de una sociedad se rebela y se separa del resto, que vivía de su esfuerzo. Rand aboga en sus obras filosóficas por un Estado que no oprima las energías de los ciudadanos que la integran. El resultado de esa situación parasitaria es el estancamiento, la pobreza, consecuencia de la ausencia de incentivos productivos. ¿Argentina castiga a los que producen y premia a los que no lo hacen?

¿La rebelión de Macri?

El discurso del presidente del pasado lunes dejó en claro el reconocimiento de la elevada presión impositiva y la necesidad de revertirla para reactivar la economía y generar horizontes de crecimiento de largo plazo. Dicha presión tributaria es la contracara de un gasto público elevado destinado a financiar un Estado elefantiásico. Pero no sólo un Estado Nacional, sino los Provinciales y Municipales. Diversos estudios señalan que los argentinos trabajamos de enero a junio (6 meses por año) para pagar impuestos que permitan el funcionamiento del Estado.

¿Cómo sacarle el pie de encima a los motores del crecimiento? En este nuevo contexto, no es casual el nombramiento de Luis Miguel Etchevehere, hasta ahora presidente de la Sociedad Rural Argentina, como nuevo Ministro de Agroindustria, sucediendo a Ricardo Buryaile. Sin dudas, el campo es uno de los sectores –sino el más- competitivos de la economía argentina. El motor histórico de una economía aún dependiente de los productos primarios. En muchas ocasiones, Macri ha hecho referencia a que Argentina debe dejar de ser el “granero del mundo” para pasar a ser el “supermercado del mundo”. Argentina debe agregar valor a su producción, pero mientras tanto el campo sigue siendo clave. A pesar de ello, en los primeros dos años de gestión, las exportaciones no han logrado ser las estrellas, por distintas cuestiones, entre ellas el atraso cambiario. Por eso, el presidente pone su énfasis en recuperar la competitividad para poner en marcha las exportaciones y la integración argentina al mundo.

Los próximos meses dirán si estas iniciativas se podrán transformar en realidades. Los cambios profundos que demanda la economía argentina implican tocar intereses, modificar comportamientos, reorientar energías. Todos los cambios generan sus propios anticuerpos. El capital político logrado tras las últimas elecciones por el gobierno genera una oportunidad excelente –no sin desafíos- para implementar los cambios profundos, tan anunciados.

*Este artículo fue originalmente publicado en El Cato

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