Instituto Ecuatoriano de Economía Política

“Animalistas”: Enemigos de la Libertad

15/12/2016

Por: Andrés Felipe Ricaurte Pazmiño

Cada cierto tiempo aparecen grupos de fanáticos dispuestos a llevar la defensa de lo que ellos consideran correcto a niveles extremos, no quieren dialogar ni persuadir, quieren imponer sus ideas para que todos las acatemos, caso contrario nos juzgarán de retrógradas, bárbaros, dementes o insensibles. En los últimos años ha surgido –o más bien tomado importancia- uno de estos colectivos, los autodenominados animalistas, misántropos que abogan por considerar a los animales sujetos de derechos en igual medida que los seres humanos.

Partiré por explicar la imposible existencia de tales derechos, pues obedeciendo a criterios básicos, estos hacen referencia a las garantías que gozamos por nuestra sola naturaleza humana, con el fin de avalar nuestra dignidad frente a la dignidad de los demás e implican un ejercicio de responsabilidad, pues si yo tengo el derecho a la vida, libertad y propiedad, tengo la obligación de respetar la vida, libertad y propiedad de los demás, asimismo involucra que podamos reclamar, argumentar, reconocer y utilizar estos derechos gracias al raciocinio que nos permite desenvolvernos como seres sociales, trazando nuestro propio proyecto de vida y encaminándonos hacia su cumplimiento –incluso tratándose de individuos cuyas capacidades se encuentran limitadas, pues esto no involucra la pérdida de sus derechos fundamentales-.

Con lo dicho, al tratarse de animales, estos carecen absolutamente de facultades para plantear la exigibilidad de sus “derechos” pues no tienen ninguna noción sobre sus implicaciones y por eso tampoco podrían respetar los derechos del resto, no lo han hecho y no lo harán nunca, no porque no quieran, sino porque no pueden, porque es naturalmente imposible, actúan instintivamente y reaccionan ante actos aprendidos una vez que han sido dañados, reprimidos o premiados. Prescindiendo de estos argumentos, los animalistas han desarrollado una agenda que ha ganado adeptos, algo predecible en un medio bastante debilitado y propenso a seguir modas absurdas, motivados por una lucha por la igualdad tan degenerada que ahora incluso hay quienes plantean que rebase la humanidad, una ideología peligrosa porque no distingue entre hombres y animales y que todavía peor, sataniza a los individuos como opresores.

Los denominados animalistas están en contra de las corridas y otros espectáculos de toreo, de los circos, la experimentación médica y científica con animales, las granjas agroalimentarias, la explotación ganadera, la compraventa de mascotas, la caza y la pesca deportiva y, finalmente –los más extremos- en contra que los animales sirvan de comida al hombre, adoptando el vegetarianismo y el veganismo. Sobre estos fines, considero que todos aquellos que sirven al hombre para su beneficio –alimentación, entretenimiento, salud, economía- deben ser defendidos siempre y cuando no afecten a otros –seres humanos-. En este sentido, a pesar que las corridas de toros me resultan profundamente desagradables, las defiendo, porque prefiero vivir en una sociedad donde la tauromaquia acabará -si debe hacerlo- cuando la iniciativa privada deje de apoyarla, cuando el público se aburra y entonces el evento carezca de rentabilidad, que en una sociedad donde decretos autoritarios dispongan que en razón del disgusto que provoca a sus líderes y acólitos, deba prohibirse.

De otra parte, considero al vegetarianismo y veganismo como decisiones personales perfectamente aceptables –a pesar de lo complicado o hasta imposible que pueda ser, véase Christien Meindertsma: Cómo las piezas de cerdo hacen al mundo girar, pero bajo ninguna circunstancia, capaces de imponerse por la fuerza, aceptable también y profundamente meritorio me parece el trabajo desinteresado de muchas personas que tienen excelentes intenciones para promover el trato ético de los animales, aquellos que mantienen un interés legítimo en protegerlos, brindarles refugio, alimento y afecto, actitudes que desde mi punto de vista merecen ser aplaudidas y fomentadas, todo lo contrario con aquellos que fingiendo estas intenciones pretenden promover paranoias colectivistas, mereciendo ser desenmascarados como tiranos que buscan dominar el ánimo y la voluntad de otros.

Por crudo que parezca debemos asumir que los seres humanos hemos utilizado a los animales para nuestro beneficio desde que inició la civilización y esto nos ha permitido avanzar, cuando los tratamos como alimento, nos permitieron sobrevivir y desarrollar cuerpos funcionales, cuando hablamos de mascotas, no solo nos brindó compañía sino que nos permitió gozar de una de las representaciones de la propiedad privada –guste o no, es lo que son.

Pretender que prevalezcan o al menos se equiparen los animales a los seres humanos es inaceptable, como inaceptables son los actos perpetrados por grupos animalistas a lo largo del mundo, casos como el de una emprendedora que por haber lastimado a un animal tuvo que sufrir el acoso de simpatizantes de estos colectivos quienes combatiendo la violencia de la mujer contra el animal, emplearon la violencia contra ella y su familia para amenazarla de muerte y cometer actos vandálicos contra la propiedad privada, las agresiones con pintura y bochornosos espectáculos de los anti taurinos para intentar concientizar sobre la lidia de toros, las abominables comparaciones de los máximos representantes de una icónica organización animalista a nivel mundial al equiparar el sacrificio de animales para alimentación con el genocidio judío, los comentarios ofensivos y odiosos en publicaciones de particulares dedicados a la reproducción, cría y venta de animales domésticos, la alegría encarnada ante la muerte de un torero o los peores deseos para un niño gravemente enfermo que sueña con serlo.

Los seres humanos estamos facultados para diferenciarnos de los animales haciendo uso de la inteligencia que poseemos, entonces podemos empezar fijando procedimientos que intenten aprovechar al máximo la utilización de un animal que será sacrificado o plantear que en lo posible se utilicen otras técnicas que busquen disminuir la utilización de animales para experimentación industrial en todas sus áreas, trabajar en la producción de proteínas sintéticas rentables a partir de materia inorgánica y promover el trato decente y responsable de los animales domésticos, aplicando la libertad negativa cuando los individuos violenten en cualquier forma animales que estén o no bajo su cuidado.

Los animalistas seguirán en su misión de imponer a otros su plan de vida justificando sus acciones bajo un precepto pseudo progresista de alcanzar un mundo mejor, mientras tanto debemos mantenernos alerta y oponernos a esta ideología violenta que pretende poner animales y humanos como iguales titulares de derechos, a través de la manipulación por medio del enojo, la culpa y el miedo.

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