Fernando Altamirano (*)
En el presente artículo se pretende explicar las imposiciones económicas que ha tomado el actual gobierno de Ecuador, compararlas con el gobierno anterior, abordar conceptos de libertad de mercado y las posibles soluciones sobre todo para el sector emprendedor.
Los países se regulan por leyes, se dirigen por líderes, se sostienen por ciudadanos, y crecen por el comercio. Esa es la importancia del comercio, hacer crecer a los países. Sin embargo, siempre, y más aún ante una pandemia como la actual que amenaza sin fronteras, la salud es primordial. Apelando y confiando en que pronto pasará esta pesadilla, me pregunto ¿cómo quedará el mercado y sus negocios? Se conoce -incluso desde antes- sobre el déficit fiscal del Estado, pero mi preocupación va más allá de ello, porque a la larga el Estado se preocupa de sus deudas internas y encuentra solución trasladando el problema a sus ciudadanos mediante el aumento de impuestos. ¿Y quién se preocupa del sector comercial, sobre todo de los pequeños emprendimientos, a los cuales les cuesta mucho sostenerse?
En el presente artículo se pretende explicar las imposiciones económicas que ha tomado el actual gobierno de Ecuador, compararlas con el gobierno anterior, abordar conceptos de libertad de mercado y las posibles soluciones sobre todo para el sector emprendedor.
El gobierno morenista desde el punto de vista económico, no toma medidas, sino que impone. Se preocupa del corto plazo y no de lo que deja a futuro. Prioriza lo estatal y descuida lo comercial. En fin, como principal antecedente, recordemos como se manejaba el anterior gobierno, cuando de cobrar se trataba. Su modelo tributario contó con más de 23 reformas con el único objetivo de extraer; sus recaudaciones según el SRI, pasaron de USD 5,362 millones en 2007 a 13,590 millones en el 2017. Recordemos que muchos sectores se desincentivaron, por ejemplo, en 2007, con la Ley de herencias del 5% al 35% y que luego terminó en 2015 con un 77,5% de impuesto como tope, eso afectó gravemente al sector de construcción. Otro ejemplo, fue el Impuesto a la Salida de Divisas (ISD), creado en 2008 y gravaba con 0,5% pero en 2009 terminó en un 5%. Esto afectó a la actividad productiva al gravar incluso a materias primas y bienes de capital, generando falta de liquidez a esta industria, por tanto, los negocios producían menos.
Ahora, ¿qué hace el gobierno actualmente? Justamente algo parecido, pues ya conocemos las medidas económicas tomadas en los últimos meses. Pero algo peor que imponer medidas salvajes y asfixiantes en crisis económicas, es hacerlo en plena crisis social y humanitaria. Por un lado, hoy, las empresas privadas sin obligación están colaborando en esta crisis, pues están en posibilidad de hacerlo, pero por otro lado a los empleados, el Ejecutivo les cobra un porcentaje como contribución directamente descontado sus ingresos fijos. Adicional, cobrará más impuestos a empresas, de acuerdo a su facturación. Es decir, que la labor humanitaria que despliega el gobierno en los actuales momentos, prácticamente es solventada por todos los ecuatorianos. Y aún así el Estado, no se olvida de dejar al mercado sus imposiciones económicas con sabor a “puñaladas” directas a los pulmones de los negocios, dejándolos sin aire ni oxígeno para continuar.
Emprender en soluciones
Más allá de reprochar este manejo inadecuado de lo económico y esas odiosas comparaciones, me centraré en conceptos más propositivos, en modelos que verdaderamente podrían aportarnos. Que un país tenga libertad económica, no implica ausencia de intervención del Estado, al contrario, se acepta su intervención como regulación, más no como administración. Lo que se busca es la libertad para comercializar y producir asumiendo la responsabilidad patriótica de responder con los impuestos para el fisco, pero no se acepta impuestos sobre impuestos. Administraciones como la de Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda, son admirables, por sus resultados y crecimiento económico. Justamente lideran el Índice de Libertad Económica 2019, mientras Ecuador se ubica en el puesto número 170. Es hora de cambiar el rumbo económico y de darle mayor libertad al comercio y a los emprendedores.
¿Cómo forjar el espíritu emprendedor del ecuatoriano? ¿Cómo se los incentiva a que aparezcan? Considero que lo harán en la medida de que se les entregue suficiente libertad para que crezcan y desarrollen sus ideas de negocio, sin trabas ni trampas. Parte de esta salida es brindar cualquiera sea el emprendimiento la facilidad desde su arranque, es decir para la constitución de una empresa. Menos complejidad y más facilidad, no solo en costos sino también en tiempos. Si bien es cierto, en EE.UU para constituir una empresa exigen licencias con altos parámetros y costos, pero existe la opción básica, que es temporal, donde es poca la documentación requerida, así como un capital mínimo, y en tan solo 30 minutos de tu tiempo puedes generarla desde la comodidad de tu casa a través de una computadora. Eso sí, una vez que el negocio se estabilice, se debe cambiar de licencia, contratar personal con sus beneficios y agregar una estructura societaria. Mientras aquí, es más costoso y se debe seguir varios procesos como crear una cuenta de integración capital, elaborar estatutos, elevar a escritura pública, aprobarlos, establecer accionistas, nombramientos y más documentos habilitantes, RUC, permisos municipales, de Bomberos, de la Intendencia de Policía, entre otros recaudos de acuerdo a la naturaleza del negocio. Necesitamos una mayor apertura para constituir, para pronto comenzar a construir.
Luego de eso, si deseamos contratar personal, nos encontramos con los beneficios sociales que debemos brindar, lo cual debe ser un compromiso moral y ético de toda empresa, pero por ahora nosotros somos emprendedores. Me pregunto, ¿por qué el Estado no pudiese solventar mayor porcentaje en aportes patronales y garantizar dichos beneficios? De esta manera, facilitaría el proceso de afiliación, aumentando para el Estado el número de contribuyentes.
Por otra parte, ya hay iniciativas que genera el legislativo, y sería bueno complementar con otros beneficios, de lo que acertadamente promovió la Asamblea Nacional a través de la Ley Orgánica de Emprendimiento e Innovación y su Registro Nacional de Emprendimientos, cuyo fin es reconocerlos e incentivarlos. Pero qué mejor incentivo que otorgarles líneas de crédito con bajos intereses en la banca pública -sin exigir hipotecas o amplio historial tributario y crediticio-, y con montos establecidos de acuerdo a parámetros de beneficios colectivos. Es decir, si un emprendedor del Registro nacional, desea $5,000 de crédito, que la banca pública se lo conceda de manera oportuna y sin mayor traba. Pero si el emprendedor desea acceder a un crédito de $20,000, este se encuentre en la obligación de destinar recursos a la contratación de personas para su negocio y el Estado podrá exigir el cumplimiento y seguimiento de dichas contrataciones. De esta forma, se brinda financiamiento y se asegura generación de empleos.
Finalmente, la Escuela de Negocios de la ESPOL en 2017 publicó en el GEM –Monitor Global del Emprendimiento–, la Tasa de Emprendimiento Temprano, donde Ecuador cuenta con un 29,6% de TEA, seguido por Perú con el 24,6% y Chile con el 23,8%. No obstante, recordemos que dichos índices recogen inicios de emprendimientos, más no su permanencia en el mercado. En Ecuador, hay intención de emprender, pero pocos superan al menos dos años del negocio. Considerando ese espíritu emprendedor del ecuatoriano, y su iniciativa inclaudicable por generar sueños y creer en ellos, resultaría ideal, ayudarlos a que superen sus dos años de estabilidad y darles el soporte para que luchen por sus iniciativas hasta el final. Esto es posible por medio de otro tipo de crédito, pero destinado de forma exclusiva a negocios que se encuentren cerca del cierre por bajas ventas -con las suficientes pruebas y justificativos-, y poder salvarlos mediante estos créditos. Se les otorgaría además el beneficio principal de tiempo de gracia para el pago de sus cuotas, una vez que los negocios se encuentren en etapa de resurgimiento.
Se pueden explorar más soluciones, lo importante es que no queden en un papel de escritorio, sino que estas, terminen aplicadas a los actores de nuestras Pymes. Recordemos que, de acuerdo al INEC, este importante sector representa el 99% de las empresas en el país, por ello no las dejemos caer, y promovamos su desarrollo, que ellas seguramente nos responderán con generación de empleo. Los invito a confiar en el emprendedor implacable de sus convicciones y desenfrenado en sus sueños. ¡Busquemos tiempos mejores y un Ecuador de emprendedores!
(*) Emprendedor guayaquileño | Articulista invitado
Nota de editor: Opiniones son de exclusividad del autor