Instituto Ecuatoriano de Economía Política

Optemos por el individuo responsable

Por Ing. Carlos Cobo, Analista Económico del IEEP

A medida que continúa expandiéndose la epidemia por COVID-19 los gobiernos alrededor del mundo han venido adoptando diferentes disposiciones como forma de mitigar el aumento de muertes y contagios. Han declarado ciudades y países enteros en cuarentena, políticas muchas de ellas que se han vuelto muy populares y ganado aceptación entre muchos ciudadanos, expresando y viralizando su respaldo en redes. Un claro ejemplo es el uso del famoso hashtag #Quedateencasa con el cual se busca motivar a las personas a permanecer en sus hogares por el alto riesgo de contagio y solo salir si se tienen motivos realmente imprescindibles.
Sin embargo, en algunos países esta cuarentena ha dejado de ser simplemente una recomendación y se ha convertido en una imposición por parte del Estado, decretando toques de queda, suspensiones laborales a todas las industrias que no sean del sector de salud, higiene alimentación y las que el gobierno considere convenientes, restricciones vehiculares, paralización del transporte público y en algunos casos la militarización de las calles para mantener el orden como forma de que las personas respeten las medidas adoptadas.
En Ecuador  la población civil lleva ya varias semanas de encierro, y al pasar los días, los problemas han venido en aumento, el número de contagios no para de incrementarse, al igual que de personas fallecidas a causa del virus. Los hospitales tanto públicos como privados se encuentran colapsados y con falta de insumos, ciertos productos empiezan a escasear en las perchas de mercados y farmacias. Los empleadores ven cada vez más difícil el poder pagar sueldos en industrias que se encuentran paralizadas por decreto y una legislación laboral que les impide llegar a acuerdos entre ambas partes, dejándoles solo dos opciones, endeudarse para pagar o despedir empleados.
Como si estas dificultades no fuesen suficiente, el gobierno en su afán de resolver todos los problemas pensando únicamente en el corto plazo y la epidemia en que estamos viviendo, empieza a ejercer controles de precios a ciertos productos que los políticos consideran esenciales como forma de evitar la especulación. También ha procedido a la incautación de mascarillas con la excusa de que deben de estar disponibles para la gente, se abren expedientes administrativos a compañías que deciden despedir empleados, y se clausuran empresas que no responden rápidamente a los pedidos de la administración pública, a quienes incluso, acusan de especular y vender a precios desmesurados.
Estas son solo algunas de las medidas que van ganando aceptación popular, muchas personas, periodistas y políticos secundan y apoyan todas estas medidas por la emergencia. Sin embargo, por más apoyo popular que tenga, una política injusta o una idea equivocada seguirán siendo injustas y equivocadas sin importar cuando se apliquen, y me refiero a TODAS las medidas mencionadas anteriormente. Que no hacen más que empeorar los problemas a futuro.
Con un Estado cada vez más grande e interventor en la vida de los ciudadanos, diciéndonos cuando debemos salir, en que horario podemos usar nuestros vehículos, y quienes tienen permiso o no de trabajar, no solo no parece estar resolviendo el problema de salud, sino también, empiezan a asomar los problemas económicos y sociales.
Con el pasar de los días, muchas familias en la ciudad de Guayaquil se han visto obligadas a dejar los cadáveres de sus familiares en la vía pública, luego de tenerlos varios días dentro de casa sin obtener respuesta de la autoridad competente y así evitar volverse un foco de infección. Las autoridades encargadas del traslado de los cadáveres no han logrado responder a la demanda de los deudos, e incluso, las funerarias han empezado a tener déficit de ataúdes;  en parte causado por la restricción laboral en la que encuentra el país que también impacta a los ebanistas de féretros, que así mismo no ubican insumos esenciales para su fabricación como madera, telas, pinturas, etc.
Estos son solo algunos de los sectores productivos de la economía que se encuentran paralizados sin poder producir bienes y servicios que agreguen valor a la vida de las personas y que dejarán de aportar una parte importante de sus recursos a la economía del país. El gobierno empezará a recaudar aún menos impuestos, sobre todo en un momento en que necesita de mucha liquidez para hacer frente a la epidemia. Esta suspensión laboral indefinida, sumado a los problemas ya mencionados desincentivará a los ciudadanos y empresas para seguir invirtiendo en un país que no respeta la propiedad privada, que no da garantías de que lo hará en un futuro cercano y que se toma atribuciones a nombre de todos para decidir lo que es mejor y lo que los ecuatorianos debemos y podemos hacer.
Es momento de dejar de lado las pretensiones reguladores, confiscatorias e intervencionistas que claramente no están dando los resultados esperados y ha provocado problemas adicionales; es hora de apelar a la responsabilidad y la libertad de los individuos para que cada quien decida lo que es mejor para sí mismo y sus seres queridos, es decir, las decisiones soberanas de los ciudadanos.  
Las restricciones deben volverse únicamente una recomendación y permitir que las personas y las empresas en el Ecuador puedan empezar nuevamente a trabajar para poder alimentar a sus familias y llenar nuevamente las perchas para beneficio de todos nosotros. Con esta propuesta surge una pregunta ¿Qué hacer con los ciudadanos irresponsables que decidan salir de casa sin tomar las debidas precauciones? Pues deberán afrontar las consecuencias de sus malas decisiones.
Un modelo de esto podría ser los sistemas de salud de algunos países europeos como el sueco, donde existe un sistema de copago en los servicios de salud públicos y privados. En esta buena práctica los pacientes asumen directamente parte del costo de los servicios ofrecidos, de tal forma que haga uso racional del mismo, siempre y cuando no forme parte de algún grupo vulnerable a la enfermedad. Esto genera fuertes incentivos para que los beneficiarios asuman e inviertan en mejores medidas sanitarias de tipo preventivo. Esto es uno de tantos ejemplos de reformas que podríamos hacer pensando más en la responsabilidad individual, en lugar de la intromisión del Estado.
Otra pregunta que podría surgir es ¿Cómo podrían los pobres pagar este tipo de servicios si apenas tienen para mantener a sus familias el día a día? Reformas como estas no suceden de la noche a la mañana, deben venir acompañadas de libertad individual y económica. Es por esto, que en el corto plazo se vuelve imperativo hacer ajustes estructurales que permitan la creación de empleo e incentiven la inversión privada y el emprendimiento, que permitan dinamizar la economía y garantizar más y mejores puestos de trabajo. También se brindaría un escenario positivo para la apertura de empresas, menores impuestos y restricciones, eliminando los privilegios especiales que hoy se otorgan a pocas empresas y los monopolios estatales. Una vez que exista menos dependencia el Estado central, este podría empezar a reducir su campo de acción hacia temas estrictamente necesarios.
Algunos podrán pensar y seguramente estarán de acuerdo en que no debemos poner la salud de las personas por encima de la economía o como dirían algunos políticos “poner la vida (la salud) sobre el capital”, pero lo que no parecen entender, es que ambas cosas deben ir de la mano, no una tras otra. Si no hay economía tampoco habrá para pagar la salud de las personas, e incluso, muchas correrán el riesgo de morir no solo del virus, sino también de hambre. Un crecimiento económico escaso o incluso nulo se traducirá en un aumento considerable del nivel de desempleo. Si bien hoy el país ya tiene serios problemas que afrontar, podría volverse peor con familias que empiezan a entrar nuevamente en el umbral de la pobreza, pudiendo incluso aumentar los niveles de violencia y robos como respuesta a la falta de trabajo y escases de productos del mercado.
Ya es momento de empezar a recordar la relación que existe entre libertad y responsabilidad, con el esfuerzo y la prosperidad, hace pocos días se volvió viral la frase “Te cuida el Estado no el mercado” pero parece que a muchos no les enseñaron que el Estado depende del mercado.
Índice de Burocracia de Apertura (tiempo en horas)

Índice de Burocracia 2023

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806 horas toma abrir una empresa en Ecuador
y 443 horas al año mantenerla funcionando